El 23 de enero, el mandatario de Venezuela, Nicolás Maduro, anunció la ruptura de las relaciones diplomáticas con Estados Unidos, que reconocieron al líder opositor Juan Guaidó como presidente interino, y ordenó la inmediata salida del país de todos los diplomáticos estadounidenses. Washington desafió la legitimidad del presidente venezolana negándose a obedecer.
El 24 de enero, el Departamento de Estado ordenó el retorno de todos sus trabajadores gubernamentales "no esenciales" destinados a Venezuela y de los familiares de los diplomáticos. También aconsejó a los ciudadanos estadounidense que salieran del país petrolero.
Washington lidera una estrategia internacional para deponer a Maduro y entregarle el poder a Guaidó, quien ha recibido el reconocimiento de más de 50 países, en su mayoría americanos y europeos, aunque también de Israel y Australia.
"La decisión refleja el deterioro de la situación en #Venezuela además de que la presencia del personal diplomático estadounidense en la embajada se ha vuelto una limitación para la política de Estados Unidos", tuiteó Pompeo.